Hoy hablamos de infancia pero lo hacemos desde la especial consideración de sus Derechos porque a finales de esta semana se celebrará una jornada, en concreto, el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, una fecha muy importante y a tener en cuenta por todos.El día instaurado en 2002 por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) persigue la erradicación del trabajo de los menores.
Para que entendamos la dimensión del asunto hay que recordar que actualmente en el mundo 168 millones de niños y niñas se encuentran en esta situación, en la que se les priva de los juegos, de poder tener un desarrollo emocional y físico normal de su dignidad, en pocas palabras de todos los derechos a disfrutar una niñez con felicidad y bienestar.
Los sectores donde más se produce en trabajo infantil son la economía rural e informal, no obstante, hay una parte importante en las cadenas de producción, que no son vigiladas por inspecciones porque sencillamente estas no llegan, y son situaciones desapercibidas por las grandes marcas de los países desarrollados, que contratan y que no advierten de que muchas veces la producción se realiza en talleres muy pequeños o casas particulares, que escapan a la legalidad, supervisión y protección de los trabajadores.
Fruto de la incesante necesidad de dirigir más esfuerzos en la protección de estos niños y niñas dentro de los propios Objetivos del Desarrollo Sostenible se recoge en el número 8 “Trabajo decente y crecimiento económico” como formas de conseguir la desaparición del trabajo infantil.
Dentro de este esquema de esfuerzo por la erradicación de la trata de personas y trabajo hay que recalcar que el empobrecimiento que rodea a las comunidades donde tiene lugar el trabajo infantil, los bajos salarios, la dependencia familiar de que los más pequeños introduzcan un salario más en casa o incluso sustitutivo del que no puede conseguir el padre o una persona más mayor, unido a la falta de un sistema educativo fuerte, más la internacionalizaciones de las producciones a bajos precios entre empresas y proveedores, provoca que la situación sea muy difícil de solucionar. Sin embargo, hay dos agentes claves para acabar con el trabajo infantil y conseguir mejoras en las condiciones de las personas trabajadores de estas zonas en situación de vulnerabilidad.
El primero, son los Gobiernos, estos tienen un papel más que destacado en el control del respeto a los Derechos Humanos y las prácticas laborales respetuosas, como los recogidos en la Declaración de la OIT o los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las empresas y los derechos humanos. Son responsables también de la formulación de un sistema educativo y de formación profesional que empodere a los niños como personas con plenos derechos y estimule su desarrollo personal y profesional. También son los garantes de los sistemas de protección de las personas, en esos entornos empobrecidos y de economías también empobrecidas, los Gobiernos deben asumir las medidas de protección social necesarias para transformar la vida de las personas.
Y en segundo lugar, por supuesto, no podríamos olvidarnos de las empresas, que comparten el mismo protagonismo en cuanto a responsabilidad, puesto que son ellas las responsables más directas de las personas que trabajan en sus cadenas de producción y en las cadenas de sus proveedores. Desde luego no es una tarea fácil, especialmente por la dificultad de adquirir información fiable de lo que se hace pero las empresas socialmente comprometidas, como las marcas sostenibles, tienen ya en su mano mucha de las herramientas para conseguirlo, entre ellas, el diálogo con los sindicatos que ponen en su conocimiento la situación de las personas que trabajan directa o indirectamente para ellas.
También, las ONG tienen un papel muy importante porque son motores de la acción social, por lo que podríamos hablar de un tercer grupo de acción formado por ellas y en consonancia con los consumidores y con las empresas participantes. Es el caso de la ONG Child Labor Free, de origen neozelandés y que todos sus esfuerzos están dirigidos a concienciar de la necesidad de acabar con el trabajo de los niños. Uno de sus últimos proyectos y que verá la luz en agosto, es justamente un sistema de información, materializado en una etiqueta, que ofrecerá información sobre si ese producto está libre de trabajo infantil, algo muy interesantes para consumidores éticos y marcas responsables y sostenibles.
Las cosas cambian y estos sistemas favorecen la comunicación y el intercambio de confianza entre las personas y las marcas, evitando situaciones como las polémicas que años atrás rodearon a marcas como Nike. Que en 1996 fue denunciada públicamente a través de un reportaje sobre su empleo de menores para coser sus balones en Pakistán, o del empleo de niños para coser sus famosas zapatillas Air Jordan. Los hechos, que no dañaron su cuenta de negocio, muy al contrario, hizo que las ventas aumentaran (para asombro de todos) si produjo con los años una crisis de reputación que puse en pie a la compañía en materia de responsabilidad social corporativa. Desde ese momento se preocupo de las relaciones con las fábricas, fijándose en las condiciones de sus trabajadores, implementando fuertes programas de cuidado del medio ambiente y de las comunidades y lo más importante aún, cumpliendo sus nuevas promesas de sostenibilidad. Esto ha hecho que en 2015 la compañía haya sido elegida como una de las más responsable, estando entre las 10 compañías americanas con mayor transparencia y responsabilidad social según el Ranking Mundial de Sostenibilidad de Global Reporters.
Esto nos demuestra y nos recuerda que todas las marcas que apuestan por la sostenibilidad son marcas capaces de cambiar el mundo a un lugar mejor, y son capaces de erradicar las situaciones de injusticia que por todas partes se suceden. En definitiva y como decimos en Harca Marketing Sostenible, marcas capaces de afrontar desde la responsabilidad la búsqueda de soluciones a los acuciantes problemas de este mundo.
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